"En Argentina somos campeones en crisis"

Entrevista con Raúl Joffré, empresario y dueño de RJ Viñedos


Por Mauricio Runno

La última apuesta de este empresario inusual son pequeñas elaboraciones de 6.000 botellas, codificadas especialmente, para que cada caja contenga una botella de cada una de sus hijas. Joffre e hijas es RJ Viñedos, una bodega que es más conocida en Londres, Sevilla, que en Mendoza. No hay que aclarar que los viñedos se encuentran en el Valle de Uco. Y que es una bodega familiar de capitales argentinos creada en 1998. Raúl Jofré y sus hijas han logrado generar una empresa con fuerte visión de equipo, integrando a profesionales de sólidos conocimientos y altos valores humanos. “Conformamos un team comprometido con los objetivos de lograr vinos de alta gama y con una notable relación precio-calidad”.
Hace dos años se invirtieron $ 4,6 millones, a partir de objetivos claros: lanzar sus primeras dos líneas de alta gama al mercado, la ampliación de la capacidad en bodega y construir un restaurante. Pese a la imprevisibilidad dominante y los días caldeados (aquí y afuera, antes o después), las metas parecen haberse cumplido. Y en este sentido el empresario también traza un diagnóstico del momento económico. Es un emprendedor neto, apasionado y comprometido, un menú que el país real, la Argentina profunda, requiere e incentiva. Es ésta, en resumen, una historia del día relacionada con los sueños, la pasión y la inteligencia, aquí, bien cerquita.
- He estado leyendo acerca de su bodega. Y una de las cosas que más me llamó la atención de usted es que no es mendocino.
- No, no lo soy. Y elegimos a Mendoza porque debe ser, en mi criterio, de las mejores zonas del país para la vitivinicultura. Y además porque el grupo de asesores que me ayudó en la primera etapa me hizo comprenderlo de este modo.
- ¿Sus actividades comerciales no han estado vinculadas con la industria?
- Si se refiere a mi actividad profesional, no. En realidad yo he trabajado mayormente en la industria farmacéutica en varios países. Pero mis orígenes tienen muchísima relación con la industria. Y digamos que el proyecto de la bodega no lo hago porque creo que se trata de un gran negocio, para serle muy honesto. Lo hago porque me apasiona este tema. Tuve un bisabuelo, que era agricultor, y producía vino en el sur de Francia. Y allá por el mil ochocientos y picos producía vinos de sus propios cultivos. Y amaba lo que hacía. Uno de sus hijos, al finalizar la Primera Guerra mundial, se vino a la Argentina. Y yo fui su primer nieto varón. Y en esa relación especial que tuvimos aprendí a querer todo lo relacionado con el vino.
- El suyo es un legado familiar, entonces.
- Mire, cuando yo tenía 18 años ya había decidido que algún día intentaría, por lo menos intentaría, volver al tema de los vinos para continuar la tradición familiar. Lo que no tenía por entonces era el patrimonio para hacerlo (ríe). Y todos sabemos, más lo que estamos metidos en esto, que para desarrollar estos emprendimientos es necesario una espalda financiera, una gran paciencia y un gran amor por el vino. Es una industria de permanente flujo negativo en los primeros años. Entonces uno debe tener con qué responder si lo quiere llevar adelante. Y además no debe estar planeando una operación de corto y ni siquiera de mediano plazo. Se trata de una industria de largo plazo, sin duda. Desde los 18 años hasta ahora tuve cuatro hijas en el camino y en la medida que iba creciendo en todos los aspectos de mi vida, consolidando la pasión por ellas, y por los vinos, pensaba que algún día podría desarrollar este proyecto de vinos de alta gama, y que sería el legado para mis hijas. Porque no es menos cierto que esta bodega es por y para ellas.
- Tengo entendido que se asesoró por Michel Rolland, un gran autoridad en la materia. ¿Cómo fue su relación con él?
-Los primeros años sí. Pero no fue Michel Rolland quien me hizo decidir que viniera a Mendoza, ni que eligiera el Valle de Uco para tener viñedos. En esos procesos tuvo que ver otra gente, como Santiago Mayorga o Gustavo Rosel, que el actual ingeniero agrónomo, responsable de todo lo concerniente a la producción. Parte de esta gente es la que acompañó desde el primer momento. Y a ellos le debo la elección de los viñedos en el Valle de Uco. Y con respecto a Michel, cuando íbamos a empezar las primeras elaboraciones, sí tomó parte en la asesoría. Y remarco esto de la asesoría y no en la decisión final de los vinos.
- ¿Por qué?
- La idea mía y del equipo que habíamos conformado era la de hacer vinos mendocinos, argentinos, con un estilo que tuviera que ver con lo que los recursos naturales de aquí. Estas características nos dan excelentes posibilidades de producción de vinos. Y con este producto, con estas premisas, la idea era salir al mundo. Y no con la receta de Michel, por más que él sea una eminencia, como usted bien dijo. El es un hombre de un conocimiento excepcional, al que hay que escuchar y respetar por todo lo que ha hecho, incluso por la industria de Mendoza y del país. No obstante, la decisión acerca de los vinos que producimos es nuestra. Lo ha sido siempre y lo va a seguir siendo, más allá que en cuatro o cinco años hayamos contado con la asesoría de Michel.
- Usted comenzó a venir a Mendoza a mediados de la década del 90 para estudiar una mejor inversión. Se trataba entonces de un país que era bastante diferente al actual.
- Sí, muy diferente al actual. Pero le reitero: lo mío no tenía que ver ni siquiera con pensar en que iba a hacer un gran negocio en el corto plazo. Mire, yo estudié Marketing, después Dirección de Negocios y estuve trabajando en otras industrias. Y siempre tuve un objetivo: ahorrar todo el tiempo hasta juntar cierto patrimonio que después me permitiera, algún día, desarrollar aquello con lo que había soñado desde muy joven. Y así empecé. Y por mi formación, o deformación, profesional, lo primero que hice a mediados de la década del noventa fue un estudio de factibilidad aquí.
- ¿Y cuáles fueron las conclusiones?
- Que debía hacer un proyecto de exportación, como es el nuestro en la actualidad. Hoy nuestros productos están en veinte países, una cifra importante teniendo en cuenta el poco tiempo que llevamos en el mercado.
- Este objetivo, el de exportar, es quizá otra de las sorpresas de su empresa, ya que el crecimiento ha sido espectacular.
- Realmente es así. Y le digo más: antes de marzo de 2010 estaremos en 26 países. De ese modo cumpliremos con uno de nuestros primeros objetivos en este proyecto. La presencia en el mercado interno nos importa, y mucho. Pero digamos quem entre las principales conclusiones de aquel estudio de factibilidad, la principal era que debíamos hacer un producto de exportación para asegurarnos un futuro promisorio en el mediano y largo plazo. Y así lo hicimos y en esto nos encontramos. Estamos en los mejores mercados del mundo.
- Tanto es así que las más prestigiosas publicaciones y gente de referencia en el mundo hablan muy favorablemente acerca de sus vinos.
- Afortunadamente es así. De todos modos déjeme decirle que nosotros no hacemos vinos para los críticos. Están hechos para el mercado consumidor y se basan en nuestros recursos. Intentamos hacer vitivinicultura de precisión, queremos hacer un estilo de vinos, respetando los recursos naturales. Y además se trata de un estilo que tiene que ver con respetar la tipicidad que nos da cada cepaje en nuestros cultivos. Por eso también respetamos la marca del “terroir” que le da ese cultivo al fruto. Pensamos en la madera, claro, pero como simplemente un complemento, algo que redondea y que jamás protagoniza. Desde mi punto de vista la madera en los vinos es un complemento pero nunca el protagonista. Aquí no necesitamos abusar de ese recurso. Quizá otros países sí lo requieran. Pero nuestras posibilidades de insolación, nuestras bajas precipitaciones y el manejo adecuado del ciclo vegetativo permiten que podamos confiar en nuestros recursos naturales para tener grandes vinos. Y además diferenciados: hacer un vino argentino. Creemos que podemos hacer vinos que marquen nuestro propio estilo y origen.
- Viaja a menudo, por negocios. Y hace semanas nomás acaba de obtener un premio importante en España.
- Sí, en CINVE Sevilla. Una agradable sorpresa para nosotros. Elegimos estar ahí. Nosotros no participamos de cualquier concurso. Lo hacemos en los que creemos que son muy serios, en todo sentido. Tratamos de evitar las modas, las tendencias. Creemos en otro tipo de concursos. Por eso me gusta Decanter, Wine Challenger, un medio británico que es hasta investigador del tema. También Wine Spirite Competition. Y nos presentamos en Sevilla porque había un jurado multifacético, desde el punto de vista de los orígenes: 44 jurados de varios países del planeta, Asia, Latinoamérica, con los principales de Europa, Estados Unidos, Australia. Y nos interesó saber lo que podía opinar del malbec. Y afortunadamente adquirimos dos medallas de oro: Joffre e hijas Gran Malbec 2005 y Premium Malbec 2005.
- ¿Cuál fue su experiencia en las vivencias de la crisis global, viniendo de Europa, que afecta a todos los países y en diferentes sectores.
- Ya está en todo los países del mundo. Y voy a hablar de lo que me pasa a mí, porque es lo que mejor conozco, aunque debe sucederles lo mismo que a muchos otros, porque escucho y hablo con gente de otras bodegas. Primero sufrimos la crisis interna, a raíz del conflicto del campo. Nos impidió enviar empaques al exterior porque no se podía asegurar que llegaran a puerto. Los camiones estaban en las rutas. Ahí perdimos varias posibilidades de embarque. Luego la crisis internacional, que nos ha afectado mucho para este último trimestre. No vamos a cerrar el año como pensábamos en nuestro objetivo más ambicioso. Y no hay resortes para manejar la situación. Y en Europa estamos teniendo inconvenientes, es lo que sentí, porque la gente tiene pánico de lo que es el desconocimiento de las crisis. Nosotros, en Argentina, somos campeones en las crisis (ríe). Y aquí nos asustamos y volvemos a la euforia y a la confianza con cierta facilidad. En cambio en Europa y en Estados Unidos la gente está en pánico, tratando de atrasar los pagos, tratando de negociar el tipo de cambio. O sea: cualquier cosa es posible. Y tienen pánico y achican el stock. Esto nos va a resentir el fin de año. Y en el próximo creo que los primeros seis meses van a estar complicados.
- ¿Hay algún resguardo que pueda tomar la industria vitivinícola ante el tsunami? ¿O hay que esperar?
- El único resguardo es sentarse a dialogar, concienzudamente, y analizar un escenario muy conservador para el 2009. Algo importante es analizar los reflujos, ya que es grave que en Argentina no haya crédito, y peor, sin posibilidad de acceso. Creo que este es el punto más crítico. Y le doy un ejemplo. Hemos tenido grandes aumentos de costo en los últimos dieciocho meses, que no hemos trasladado a los precios, porque no se ha podido en la misma medida. Y el otro gran problema es el capital de trabajo, que disminuirá. Estamos ante grandes inconvenientes.
- Mencionó que conversaba con otros bodegueros. Por lo general es una industria demasiado individualista.
- Yo tengo relación con varios y hablo con ellos. Sí es cierto que hay demasiado individualismo. Y creo que cada vez hay que hablar más, intercambiar, y manejarnos en bloque como sector. Ojala escucharan más a esta industria. Hay una idea equivocada de los que están fuera de ella, creyendo que los que estamos adentro somos todos multimillonarios, lo cual es errado. Puede ser que algunas de las multinacionales lo sean. Y entonces creen que no necesitamos crédito. Y no es así. Y le digo más: yo no vivo de esta actividad, todavía no, pero desde lo económico-financiero sé que necesitamos crédito y ayudas. Ojala actuáramos en bloque, con mayor peso, para hacernos escuchar. Nosotros creamos fuentes de trabajo, participamos de un sector exportador muy importante, que podría ser inmensamente mayor al que tenemos, pero quienes están a cargo de las instituciones públicas, parecen que no son responsables, no escuchan o no quieren escuchar.
- ¿El Estado tiene que intervenir en qué?
- En dar crédito, que exista el crédito. No le estamos pidiendo otra cosa: que nos den la posibilidad de pagar el crédito que tomamos, para consolidar un sector exportador, hacerlo más fuerte, creando más y mejores puestos de trabajo para la economía del país. A veces parece que el objetivo aquí es darle crédito a la gente que tiene mucho dinero, y que sin crédito también funcionarían.
- ¿Cómo es trabajar con sus cuatro hijas en la bodega? Cada una tiene un rol muy definido.
- Para mí es una gran satisfacción. Ninguna fue obligada. Todas ellas son profesionales. La mayor es abogada y tiene un posgrado en Contrato Internacional. Ella es vicepresidente comercial para América y Asia y maneja esos mercados. La segunda de mis hijas vive en Mendoza, con su familia. Tiene dos hijos. Es psicóloga e hizo un Master en vinos, por lo cual es muy competente en temas enológicos. Ella se ocupa de los mercados de Europa. Y es la cara de la familia en Mendoza. La tercera hace servicios de marketing. Es actriz. Estudió Comunicación Social y después hizo un master en Arte Escénico. Marketing, prensa, críticos, folletería, participaciones en ferias y eventos. Con la cuarta estamos hablando y esperamos contagiarla (ríe). Aún no termina la universidad.
- Construir la bodega fue una decisión que involucra a toda su familia. ¿Por qué lo hizo así?
- Mire, yo le digo la verdad: a mí me encantaría vivir en Mendoza. Si usted me lo pregunta yo se lo contesto, y sino no me lo pregunta se lo digo igual (risas). Hace cinco años que quiero vivir en Mendoza. Pero tengo otras actividades, otro negocio también, que por ahora está en Buenos Aires y tengo que seguir así. Amo Buenos Aires pero quiero vivir en Mendoza por, justamente, todo lo que significa. Cada vez que vengo me quedo extasiado, con tremendo deseos de quedarme a vivir aquí. Espero hacerlo pronto. Y esto habla de lo que sentimos por Mendoza.
- Usted no tiene archivo en Mendoza. No sería lo más increíble del caso. Lo curioso es que más del 50 % de su carrera como emprendedor vitivinícola se puede leer en inglés y en sitios muy especializados.
- Tiene razón. Tengo más notas en medios de Buenos Aires y de otras ciudades del mundo. Y también es muy cierto que hay más referencias en inglés. Algo de culpa debo tener yo, porque … mire, yo vengo a Mendoza, promedio, ocho días por mes. Y vengo con agendas tremendas, armadas por mis hijas, y generalmente tengo una o dos cenas, e igual cantidad de almuerzos en ese tiempo. Todo para decirle que tengo muy poco tiempo para hacer relaciones públicas (risas). A veces hay viajes en los que ni paso por el centro de la ciudad.
- Una última, ¿qué recomendaría para un turista americano o europeo como programa deslumbrante?
- ¿Para deslumbrarlo? Mendoza es deslumbrante porque sí (ríe), por sí misma. Para cualquiera que venga de donde menciona este lugar es muy especial. Aquí hay una calidad de vida casi incomparable. Los mendocinos son cálidos y muy localistas, lo que me parece tan-tan bien. Los paisajes de montaña, viajar a los viñedos o visitar alguna bodega que sea un emprendimiento familiar, como el mío, por ejemplo (carcajadas). Y entre los mejores vinos que podrían probar creo que están los nuestros. Estoy muy orgulloso de eso. Hay muy buenos vinos en Mendoza y entre ellos están los nuestros. ¿Conoce los RJ? Son los últimos que lanzamos. Y para mí son los que completan la primera etapa en nuestra producción de vinos. Los empezamos a planificar a mediados de 2002. Son los vino top de la bodega. El RJ Distinto es un blend que será único e irrepetible cada año, y es el mejor blend de la bodega, que ya recibió la primera distinción en Londres.
- Estuvo su hija, allí.
- Exacto. Hace menos de un mes. Decanter eligió los mejores blends de Argentina y el RJ Distinto estuvo en los destacados. Y María Fernanda, la hija “mendocina”, estuvo allí. Y el otro lanzamiento es el RJ Malbec, que apunta en la idea que debemos ofrecer la mejor posibilidad de Malbec en Argentina, más aún estando en el Valle de Uco. Estos dos vinos son los que integran la Family Wine Collection, que fue un nombre sugerido por los importadores. Aún estamos terminando con los eventos de presentación de esta línea. Y le aseguro que cada vez que hablo de ellos me emociono. Y me pasan muchas cosas por mi cabeza.

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